En Colombia, la discusión en torno al proyecto de ley que busca prohibir las mal llamadas «terapias» de conversión se ha desviado peligrosamente hacia un terreno de odio y desinformación. Los opositores a esta iniciativa han recurrido a terminología errónea y alarmista, centrando su discurso en un ataque directo contra las personas trans. Este enfoque no solo es profundamente dañino, sino que también tergiversa las realidades de los sectores sociales LGBTI, fomentando la ignorancia y el prejuicio en lugar de promover un debate informado y respetuoso.

Radicación del Proyecto de Ley en la legislatura 2018-2022 junto al exrepresentante Mauricio Toro

Radicación del Proyecto de Ley en la legislatura 2018-2022 junto al exrepresentante Mauricio Toro

Es alarmante cómo se ha reducido una conversación que debería centrarse en la protección de los derechos humanos a una serie de argumentos mentirosos y llenos de odio. Los detractores del proyecto de ley han utilizado términos como «castración» y «mutilación» para describir procesos de transición de género, manipulando deliberadamente el lenguaje para sembrar miedo y rechazo en la ciudadanía. Este tipo de discurso no solo es incorrecto, sino que también es peligrosamente engañoso.

Una de las tácticas más preocupantes de estos opositores es la insinuación de que todas las personas LGBTI desean hacer una transición de género o que todas las transiciones tienen por obligación algún procedimiento quirúrgico. Estas son afirmaciones que distorsionan la realidad. Las experiencias de las mujeres lesbianas, los hombres gays, las personas bisexuales y las personas trans son diversas y únicas, y no deben ser simplificadas o ignoradas en el debate. Al presentar una visión única de los sectores sociales LGBTI, estos detractores no solo invisibilizan a una parte significativa de la población, sino que también perpetúan estereotipos dañinos.

Más grave aún es la insinuación de que el proyecto de ley está diseñado para forzar a todas las personas a hacer una transición de género. Este es un ejemplo claro de desinformación, destinado a confundir y alarmar a la ciudadanía. El propósito real del proyecto de ley es proteger a las personas LGBTI de prácticas pseudocientíficas y abusivas que buscan cambiar su orientación sexual o identidad de género, prácticas que han sido condenadas por organismos de salud y derechos humanos a nivel mundial.

Junto a las representante Carolina Giraldo, quien radicó el proyectó en la legislatura 2022-2026 y los representantes Alejandro García y Cathy Juvinao luego de la aprobación en el primer debate de Cámara.

Junto a las representante Carolina Giraldo, quien radicó el proyectó en la legislatura 2022-2026 y los representantes Alejandro García y Cathy Juvinao luego de la aprobación en el primer debate de Cámara.

Las mal llamadas «terapias» de conversión no son terapias en absoluto; son formas de tortura psicológica y, en muchos casos, física. La Asociación Americana de Psicología, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y muchas otras instituciones han dejado claro que no solo son ineficaces, sino que también pueden causar un daño profundo y duradero. La existencia de estas prácticas es un claro indicativo de la necesidad urgente de legislación que las prohíba y proteja a las personas vulnerables.

La reciente situación en Perú, donde un decreto ha catalogado nuevamente a las personas trans como «enfermas mentales», es un alarmante retroceso contra lo establecido por la OMS en 1990. Este acto de discriminación estatal no solo es un ataque directo contra los derechos humanos, sino que también sienta un peligroso precedente en la región. En Colombia, debemos rechazar categóricamente cualquier intento de replicar este tipo de políticas regresivas. No podemos permitir que el odio y la ignorancia dictaminen las vidas y derechos de las personas trans y LGBTI en general.

Es esencial que el debate público sobre este proyecto de ley se base en hechos y en un respeto fundamental por la dignidad humana. Las tácticas de miedo y desinformación no tienen lugar en una sociedad que aspira a ser justa y equitativa. Necesitamos centrarnos en la verdadera cuestión en juego: la protección de los derechos humanos y la eliminación de prácticas abusivas que han causado un sufrimiento incalculable a innumerables personas.

En lugar de caer en el discurso de odio y la desinformación, debemos escuchar las voces de quienes han sido directamente afectados por estas prácticas, sin llegar a la revictimización de quienes han sufrido esas torturas. Sus testimonios son un poderoso recordatorio de por qué es tan crucial que avancemos hacia una sociedad que respete y proteja a todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género. Proteger a los sectores sociales LGBTI de las mal llamadas «terapias» de conversión no es solo un deber moral, es un paso necesario hacia una Colombia más inclusiva y respetuosa de los derechos humanos.