En días recientes, una afirmación de la representante Susana Boreal ha generado debate: “Obligar a un niño a asistir al colegio es una forma de violencia y adoctrinamiento”. Si bien las fallas del sistema educativo colombiano son innegables, simplificar la realidad de la educación a una imposición violenta ignora el papel que la escuela desempeña en la vida de niñas, niños y adolescentes, especialmente en contextos vulnerables.
La escuela como refugio seguro
Para miles de niñas y niños en Colombia, el colegio es mucho más que un lugar para aprender; es un refugio frente a las múltiples violencias que enfrentan. En zonas rurales, donde el conflicto armado, la pobreza y el trabajo infantil son realidades palpables, la escuela brinda protección. Según el Ministerio de Educación, las zonas rurales presentan las mayores brechas de acceso: menores de estas áreas apenas completan en promedio 6 años de escolaridad, frente a los 9.6 de las zonas urbanas. En estos contextos, asistir al colegio no es una imposición, sino una oportunidad invaluable para alejarse de peligros como el reclutamiento forzado y tener un espacio seguro para crecer.
La puerta hacia el futuro
La educación tiene dos grandes propósitos: enseñar a comprender el mundo y abrir la puerta a proyectos de vida con porvenir. Las cifras son claras: en zonas rurales, solo el 22% de la juventud accede a la educación superior, mientras que en las ciudades la cifra es del 41%. Más preocupante aún, menos del 1% de la oferta universitaria está disponible en el campo. Sin educación, niñas y niños no solo pierden la oportunidad de cumplir sus sueños, sino también la posibilidad de romper el ciclo de pobreza que afecta a sus familias.
Más que un derecho, una fuente de felicidad
La educación no debe reducirse a una obligación o un instrumento de adoctrinamiento; es un derecho fundamental que en muchos casos se convierte en fuente de felicidad y realización. En la escuela, no solo se adquieren conocimientos, sino que descubren talentos, forman amistades y fortalecen su autoestima. Es en estos espacios donde muchos encuentran una razón para soñar con un futuro mejor.
Un sistema que debe mejorar, pero nunca desaparecer
Si algo debe criticarse, no es el acto de garantizar la asistencia escolar, sino las condiciones del sistema educativo. Es indispensable luchar por una educación que sea verdaderamente inclusiva y de calidad, en la que nadie se quede atrás. La escuela no debería ser vista como una imposición, sino como una herramienta para transformar vidas y construir un país más equitativo.
La educación es esperanza, refugio y la base de una sociedad que sueña con un futuro mejor. Reducirla a una forma de violencia es ignorar el papel fundamental que desempeña en la felicidad y el desarrollo de niñas, niños y adolescentes. En lugar de cuestionar su importancia, debemos trabajar para que ningún niño vea la escuela como una obligación, sino como un lugar donde sus sueños comienzan a hacerse realidad.
Fuentes:
- Desigualdad en el promedio de escolaridad y acceso a la educación rural y urbana: Informe del Ministerio de Educación de Colombia, que detalla las brechas en años de escolaridad y acceso a la educación superior en las zonas rurales frente a las urbanas. Puedes consultarlo aquí: Ministerio de Educación
- Brechas de acceso y calidad en zonas rurales: Este documento discute los desafíos del sistema educativo en áreas rurales, incluyendo infraestructura, acceso limitado y calidad educativa baja. Más información en: Ministerio de Educación
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